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Viaje al Centro de la Tierra

O, al menos, la puerta principal. El Snæfellsjökull o Glaciar de Snæfell es un estratovolcán en una península al oeste de Islandia a unos 120 kilómetros. Tiene una altura de unos 1200 metros y la última erupción se le estima alrededor del 200 dC y, dado que a pesar de lo gafe que soy, no estalló a la semana de pasar yo por allí, debe ser que está bastante inactivo.

Además de alguna saga tradicional de importancia, lo que hace interesante esta montaña es que en la novela Viaje al centro de la Tierra (1864), mi favorita de Verne, en Snæfellsjökull está la entrada al centro de la Tierra, con todos sus complementos. Ya que mis compañeros de viaje se negaron a volar a Groenlandia sólo porque nos advirtieron que la avioneta podía no despegar a la vuelta por problemas meteorológicos, lo menos que podíamos hacer es darnos una vuelta por el crater. Y si hubiese habido puerta … bueno, yo llevaba ropa cómoda 🙂

Para subir a la cumbre hay varios procedimientos, pero el mas divertido -y con nieve a saco de por medio, probablemente el único- es alquilar una moto de nieve. La conducción de un cacharro de éstos está a medio camino entre el quad y una moto normal, pero el terreno resbala un montón y es fácil perder el control. El que nunca la haya usado, debería ser cauteloso, porque no es trivial conducir una y menos si el tiempo no acompaña, pero al menos de allí volvimos todos. Y yo no me cai, que es más de lo que pudo decir más de uno, asi que no me quejo. Eso si, una vez enfundada en lo que se considera el modelo de rigor para la conducción, una queda así de atractiva. Luego mi madre no comprende por qué sigo soltera 😛

En particular, nosotros nos dejamos caer por Snjofell, que está al pie del volcán. Tienen alrededor de 12 motos y organizan salidas, reserva previa, cada dos horas. Cierto es que un guía acompaña al grupo en todo momento, pero más cierto es aún que cada cual lleva su velocidad y, si el tiempo es regulero, la probabilidad de ver a ese guía después de la salida es de lo más reducida. En cualquier caso, lo que hay, hay.

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La fase uno es seguir la carretera de la costa para cruzar la península hasta un extremo. El paisaje es muy bonito, pero se tarda un buen rato: hay que evitar a toda costa la idea española de 100 km/1 hora, porque aquí no va a funcionar. Si el día es bueno y está clarito, iremos a una media de 70 y gracias.

En fase 2, tras reserva y pago, nos suben en coche oruga hasta la base del glaciar, donde tienen las motos preparadas para los incaut … intrépidos aventureros.

¡Y en fase 3, moto hasta arriba haciendo carreras con los amigos!.  Aqui es donde aplica aquello de «you can’t beat me, red makes everything go faster!», aunque lo que luego puede haber que aplicar es balsamo de tigre en contusión si, contusión no 😛

Eso si, conforme uno va subiendo, el clima va empeorando y la visibilidad decayendo. Aunque haga un día magnífico al nivel del mar, podemos encontrarnos con una pared blanca de niebla en la cima que haría palidecer a John Carpenter. El caso es que con algo de buena fe y bastante cuidado, es posible llegar hasta la boca del crater (sin cuidado, también, pero lo más probable es sobrepasarla, y bien rapidito, hacia abajo :D)